El desafío fue diseñar la recuperación un edificio cargado de tradiciones centenarias. El primer ciclo de vida del galpón estuvo dado por las faenas de esquila que realizaron los gauchos por más de medio siglo. El proyecto inaugura un segundo ciclo; con la remodelación serán nuevos habitantes los que se junten. Aquellas tradiciones patagónicas seguirán estando presentes; cada palo de la estructura original, cada objeto recuperado, cada maquinaria ya detenida, nos ayudarán a recordar que no somos los primeros en esas tierra lejanas y que las historias de vida que nos precedieron nos deben nutrir para imaginar un futuro mejor. Este es el valor de recuperar un patrimonio; es un lugar que nos invita a celebrar un pasado valioso y desde el cual construir un mundo mejor y más sustentable.